¿Y si Europa pudiera ser la referencia en Blockchain?

Parece absurdo. Cuando la gente piensa en Blockchain piensa en criptomonedas del estilo Bitcoin o Ethereum. Te llega a la mente el Silicon Valley, incluso Asia (Singapur), pero no parece que se piense en la vieja Europa. Más bien Europa suena a obsoleto, a perdedor en la carrera tecnológica. Esa visión se ve reforzada cuando uno mira a los gigantes tecnológicos y lo que ve son que 9 de los 10 más grandes por capitalización bursátil son norteamericanos y el décimo es chino. A Europeos ni se les ven ni se les espera. En ese panorama, ¿qué nos puede llevar a pensar en Europa como una referencia?

En mi opinión, las dos debilidades principales de la tecnología Blockchain son su falta de interoperabilidad por un lado y su falta de adaptación a la nueva potencia de cálculo de los ordenadores cuánticos.

La falta de interoperabilidad entre distintas redes de Blockchain viene del hecho de carecer de un estándar de programación único. Esto les recordará a cuando en los sistemas de video coexistieron varios sistemas. VHS, Betamax, V2000… ¿Qué es lo que pasó? Como en la famosa película de “Los Inmortales” solo podía quedar uno. Y eso es precisamente lo que pasó. Ganó VHS, que no era necesariamente el que mayor calidad daba, pero si el que mayor éxito comercial tuvo.

Las consecuencias entre otras fue la de desaparición del resto de sistemas, tener que “tirar” cintas, aparatos de video, grabadores de video y todo el ecosistema basado en otros sistemas. En el Blockchain pasa igual. Al no existir ni una plataforma común ni unos estándares comunes, cada cadena de bloques de una determinada aplicación es incompatible con otra. El ejemplo más inmediato son las cadenas de bloques de Bitcoin y las de Ethereum. A más de un tenedor de ambas divisas le ha ocurrido que ha mandado un Bitcoin a una Cartera (wallet) de Ethereum con las consecuencias que ya saben… el Bitcoin perdido en el ether (irrecuperable, dinero perdido).

En otras tecnologías esta falta de interoperabilidad se ha solucionado creando un organismo que agrupase a los principales partícipes del sector y acordando unos estándares comunes que permitiesen esa compatibilidad. En el caso de las telecomunicaciones ese organismo típicamente ha sido (y es) el IEEE. A esta organización pertenecen aproximadamente 400,000 miembros de más de 160 países. Más de la mitad de los miembros son de fuera de los EE.UU.. Esta organización (y otras similares) tratan de elaborar una serie de reglas básicas que sirvan para que los partícipes del sector de las telecomunicaciones puedan, por ejemplo, fabricar chips, hardware, antenas, etc. que, al basarse en ese estándar, se puedan comunicar y entender entre ellos, aunque los componentes, la programación o los sistemas sean cada uno diferente entre si.


Ahora nos parece obvio que cuando llamamos desde un iPhone a un Samsung (diferente fabricante y diferente sistema operativo) la llamada se reciba, sea contestada y nos comuniquemos. Pues de obvio no tiene nada, y la razón principal es que el estándar es común. Eso no pasa en Blockchain. Se necesita ese standard antes de que la tecnología evolucione hasta un punto de no retorno en el que ese estándar se establezca a las bravas, como en el caso del sistema de video VHS, con el consiguiente impacto brutal en todos los sistemas que no triunfen. ¿Quiénes serían los Betamax o V-2000?

En Europa se ha tomado conciencia de que de hay que hacer virtud de las dificultades. No somos los “players”, pero podemos ser los árbitros. De eso ha tomado nota la Unión Europea y está favoreciendo este tipo de iniciativas de innovación. Una de ellas, de hecho, está en España y se llama Alastria (https://alastria.io). Hay otras en Suiza (a la que llaman la nueva Crypto Valley), Reino Unido, Estonia o Dinamarca. Se están apoyando proyectos. La UE quiere inyectar hasta €340m en nuevos proyectos de Blockchain de ahora hasta el año 2020. El pasado abril, 22 países europeos acordaron una iniciativa conjunta para trabajar tanto en la regulación del Blockchain como en su enseñanza y capilaridad entre la población y la industria. Esperemos que este tren no lo perdamos también.

El otro campo de debilidad que también afecta al Blockchain es el del salto cualitativo en la potencia de cálculo de los ordenadores y afectará a su seguridad. Una de las fortalezas de los sistemas criptográficos reside en la robustez de su encriptación. Sin entrar en farragosas explicaciones, se trata de que la potencia de cálculo que se tenga que emplear para desencriptar un bloque sea tal que haga materialmente inviable su desencriptación.

Los sistemas actuales de encriptación están basados en sistemas asimétricos de funciones polinómicas elípticas que, para entendernos, consiguen que, una vez encriptado un mensaje, su desencriptación necesite una potencia exponencialmente más alta que la necesaria para su encriptación. Eso nos deja tranquilos con la potencia de cálculo existente en los ordenadores tradicionales, incluso de los superordenadores tipo Cray o similar. Eso ya no es así con la aparición de los ordenadores cuánticos.

Un ordenador clásico se basa en manejar conjuntos de bloques básicos. Cada uno de esos bloques puede tomar el valor de 0 o de 1 (bit). Cuantos más de esos bloques puedas manejar y más rápido, más potente será el ordenador. En los ordenadores cuánticos se cambia el paradigma. Sus sistemas se basan en que a nivel cuántico pueden existir distintos valores. El número de esos valores puede ser más de dos. De hecho, se pueden hallar en múltiplos de los bits clásicos. No es extraño por tanto que se les denomine q-Bits. Si estuviésemos viendo una esfera podríamos decir que el 0 podría ser el estado correspondiente al polo sur y el 1 al polo norte. En teoría, cualquier punto en cualquier otra parte de la superficie de la esfera podría representar un posible estado de la materia y por tanto un punto cuántico.

Las dos empresas que tienen ordenadores cuánticos operativos son Google (Alphabet) e IBM. IBM prevé tener ordenadores cuánticos disponibles para su uso en laboratorios y universidades con un nivel de 50 qBits para finales de este año. Esto es, 50 veces más potente que el más potente actualmente. Ahora ya hay de 20 qBits y ya vemos que los 50 qBits están al caer. Eso quiere decir que Google e IBM ya son capaces de identificar entre 20 y 50 puntos diferentes en esa superficie de la esfera que hemos comentado.

Su implicación es clara. Lo que para los ordenadores actuales puede ser una barrera, para estos ordenadores cuánticos resulta como meter un cuchillo caliente en mantequilla, o en castizo, como “Pedro por su casa”.

Obviamente esto afecta a todos los sistemas criptográficos actuales, y por tanto también al Blockchain. Hoy en día uno de los sectores más expuestos a estos temas es el financiero. ¿A alguien le extraña que en Suiza se están intentando reunir los principales bancos para potenciar un estándar de claves cuánticas que sean resistentes a estos ordenadores cuánticos?

Esta es otra de las oportunidades para la vieja Europa. Y no olvidemos que quien cree los estándares creará las reglas, y esas reglas pueden servir para crear ecosistemas de empresas, negocios, desarrolladores y espacios de creación en general que puedan ayudar a retomar el tren de la revolución digital a la vieja Europa. Ojalá sea así por el bien y la independencia digital de todos nosotros.

Francisco Canos

Artículo publicado el 23 de Julio de 2018 en:

 

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