Cuando Lebron James encesta una y otra vez desde cualquier posición nos hace creer que meter el balón en la canasta es la cosa más natural del mundo…, pero no lo es. Detrás hay mucho talento, pero también mucho trabajo bien hecho. Algo así pasa en Israel. Parece que hubiesen descubierto la piedra filosofal de crear start-ups, pero detrás hay mucho esfuerzo y una manera de hacer las cosas que no es obvia. Compartir esto puede ayudar a que el talento que existe en muchas partes, incluyendo España, puedan cristalizar.
Lo primero es tener claro que se necesita un ecosistema que cuide, acompañe, haga crecer y se beneficie de los resultados. Ese ecosistema tiene una serie de elementos clave que generan y hacen crecer las start-ups:
- Universidad
- Fondos de Inversión
- Apoyo Institucional
- Grandes empresas
Veamos caso a caso el porqué y lo que aportan.
Universidad y sistema educativo
Israel tiene una población de unos 8,5 millones de personas. En comparación, Cataluña tiene unos 7.5 millones, la Comunidad de Madrid 6.5. Con ese tamaño, Israel tiene 8 universidades entre las mejores del mundo, 12 premios nobel en investigación, el cuarto país en cantidad de patentes per cápita y un sistema eficiente de transferencia de la tecnología investigada en las universidades hacia la sociedad. Las universidades tienen aceleradoras internas que permiten a los investigadores y estudiantes emprendedores el poder implementar sus ideas. Un punto esencial es la sostenibilidad. Si este esfuerzo no tuviera retorno duraría un tiempo limitado. El retorno viene cuando esta inversión se traduce en un éxito de negocio. Los profesores involucrados, los departamentos, los alumnos, las universidades obtienen un porcentaje de las sociedades, negocios o patentes creadas. Así se revierten los fondos invertidos, se motiva a los partícipes en ello y permite que el proceso sea sostenible en el tiempo.
Apoyo Institucional y Fondos de Inversión.
La inversión media del mundo en I+D es de alrededor del 2.1% del PIB. En el caso de España es del 1.2%. En Israel es del 4,2% del PIB. El esfuerzo de Israel en I+D es cada año tres veces y media mayor que el español. Sobran las palabras. ¿Cómo lo hacen? El gobierno israelí creó sus propios fondos de inversión públicos allá por los 90’s. Hoy tiene más de 70 fondos de inversión activos que fomentan entre otros la transferencia de tecnología entre la investigación académica y la industria.
Un ejemplo de colaboración se traduce en acuerdos bilaterales con fondos privados, de tal manera que el sector público se compromete a una financiación por cada start-up equivalente a €500.000, que sólo hay que devolver si la empresa tiene éxito. El Estado aporta esa financiación siempre y cuando un fondo privado invierta el equivalente a €100,000 en capital. Esto hace que el fondo privado selecciones cuidadosamente las start-ups, ya que arriesga su dinero, pero a cambio tiene una capacidad de desarrollo 6 veces mayor que si sólo invirtieran ellos. Esto reduce el porcentaje de dinero “malgastado” de manera drástica. Todos ganan, el Estado genera valor añadido de calidad, empleos y aumenta las probabilidades de recuperar los fondos invertidos para seguir promoviendo nuevas start-ups. El beneficio para los fondos privados es obvio. Sólo en el mundo tecnológico hay unas 20 incubadoras que financian hasta el 85% de los costes de los primeros dos años de los nuevos proyectos.
Grandes empresas del sector.
Uno de los problemas con las que se enfrentan tanto las start-ups como el mundo académico es acertar con las necesidades del mercado. Un emprendedor puede tener una idea que, como es lógico, piensa que va a cambiar el mundo. Se pone a ello, levanta fondos, produce prototipos, etc. y cuando se testa en el mercado, igual no es recibido como ese gran éxito que el emprendedor esperaba. El tiempo y el dinero se ha podido perder y la oportunidad desaprovechar.
Una manera de reducir este riesgo es incorporar a las grandes empresas de los distintos sectores en este proceso. El efecto es doble, por un lado, se realiza el “match” entre lo que piensan los emprendedores y lo que las empresas saben de sus clientes. Por otro lado, se aceleran los tiempos (“time to market”) gracias a la capacidad de estas empresas en “afinar” las ideas de las start-ups. El resultado es mutuamente beneficioso.
Otro aspecto fundamental es la globalidad. Desde el minuto cero, el emprendedor piensa su mercado es el mundo entero. Nada de pensar que su mercado es su provincia, su región o su país. El mercado es el mundo global y a él hay que llegar rápido. Pensar en grande desde el primer momento te hace llegar a ser grande: “Think Big”. De hecho, muchas de estas start-ups acaban siendo compradas por las grandes compañías que les han “mentorizado” en este proceso por unas cantidades que al emprendedor le parecen impresionantes y a las empresas más económicos que si hubieran tenido que crearlas ellas.
Una imagen vale más que mil palabras y una selección de algunas de las empresas presentes en Israel puede ayudar a comprender este mensaje. No se trata de tener una sucursal en Israel, se trata de tener un centro de I+D, un laboratorio o similar. En concreto estas multinacionales tienen más de 300 centros de I+D en Israel. Incluso Telefónica está allí.
Como resultado de implementar esta estrategia de manera continuada en el tiempo, Israel ha creado más de 7,700 startups. Sólo en 2017 las compañías así creadas que consiguieron salir a bolsa levantaron unos $23.000 millones de dólares. Un porcentaje significativo fueron compradas por grandes compañías. Mobileye comprada por Intel por $15 mil millones, NeuroDerm por $1,100 millones de dólares, Gigya por SAP por $350 millones de dólares, y todo ello sólo en 2017.
El talento está ahí, es como tener una buena semilla y saber lo que puede producir. Si la cuidamos, le ponemos el fertilizante adecuado y la acompañamos en su crecimiento nos puede dar unos grandes frutos. Otros ya lo han demostrado. ¿Acaso no somos capaces de hacerlo incluso mejor?
Francisco Canos
Artículo publicado el 30 de Julio de 2018 en: